Cada vez hay menos guanacastes...
Comentarios | Revista Zanatillo
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La palabra colonización puede definirse como el proceso en el que un grupo de sujetos respaldados por el poder (cual sea) toma control de un punto en el mapa (que ya está habitado), imponiendo sus leyes, su orden, y tomando el control económico y cultural de la zona; esto implica también el despojo de las tierras, la explotación de los recursos naturales y la transformación de la forma de vida tradicional a una que se adapte a la realidad que desea el colono o los colonos.
Definiendo este asunto, llegan muchos lugares de Centroamérica al pensamiento, pero, hablemos de uno: Guanacaste, la provincia norteña del pacífico de Costa Rica.
La nueva colonización de las zonas costeras de Guanacaste, especialmente a través del turismo de élite, el desarrollo inmobiliario extranjero y los proyectos extractivistas que buscan poblar las zonas de playas, puede leerse como una continuación de los procesos coloniales que por siglos azotaron a nuestros países. Hablaremos específicamente de los llamados “Pueblos de Indios”.
Los Pueblos de Indios fueron asentamientos creados por la corona española en el siglo XVI y cuyo objetivo principal era el de concentrar a poblaciones indígenas como periferia de asentamientos españoles para mantener el control político, evangelizar, recoger tributos y aprovechar la mano de obra.
Estas poblaciones muchas veces eran desplazadas de sus asentamientos originales y se reacomodaban en zonas que beneficiaban en buena medida a las grandes ciudades. Hablemos por ejemplo del Valle Central y pueblos como: Curridabat, Cot, Tres Ríos, Guadalupe, Barva, Ujarrás, Orosi, servían a grandes asentamientos coloniales como Cartago.
Lo que hoy ocurre en las comunidades Guanacastecas se paraleliza en muchos aspectos con la estructura de los pueblos coloniales. Basta con observar de qué forma está ocurriendo la movilización de las poblaciones locales de las zonas costeras a zonas periféricas por el aumento del costo de la vida después de la urbanización.
En Guanacaste, muchas de las poblaciones se han visto forzadas a vender sus terrenos a megaproyectos hoteleros que buscan dar comodidad al turista de alto poder adquisitivo que visita las playas paradisíacas de la zona, situación que encarece el costo de la vida y que obliga (como daño colateral) a las poblaciones menos favorecidas de la zona a buscar espacios habitacionales con costes de vida más bajos y que puedan cubrir con los mínimos ingresos que reciben; este es un patrón extendido en casi toda la costa pacífica de la provincia.
Muchos de estos proyectos se adaptan a arquitecturas foráneas y readaptan los entornos naturales, modificando el paisaje, la vida común, y los espacios sociales; muchas veces vendiendo la idea de un turismo sostenible y auténtico, aunque en realidad están asentados en espacios que antes de la urbanización eran selvas vírgenes o las poblaciones locales y las formas de vida tradicional sean casi inexistentes.
Los Pueblos de Indios en la Costa Rica colonial brindaban servicios y bienes fundamentales para las poblaciones españolas, muchos de ellos eran atenciones para el hogar, fabricación de vestimenta, calzado, utensilios, etc. En Guanacaste, las poblaciones han tenido que adaptarse al entorno; muchos de ellos han pasado de vidas sencillas como campesinos o pescadores a ser trabajadores del sector turismo o construcción, trabajos en su mayoría mal remunerados o precarizados.
El extranjero ve en la zona un espacio idóneo para el bussines, una mina explotable en el país más “verde” de la región, un paraíso para el turismo sostenible y un remanso de paz para el descanso. Temas que benefician al comercio turístico, en un contexto mundial marcado por el calentamiento global y donde las políticas verdes buscan ser el tema principal en todas las agendas.
El primero de diciembre de 1948, Costa Rica eliminó a su ejército. Dando así un salto al futuro, fue algo que benefició al desarrollo de su población, pues se invirtió grandemente en educación, infraestructura, bien social, etcétera. La imagen del país verde se ha logrado gracias a grandes políticas ambientales que visionarios sujetos han propuesto y que encontraron cabida en todos los espacios de la sociedad. Y aunque se han aprobado muchas leyes para beneficio del medio ambiente, las nuevas autoridades poco o nada se han preocupado por la conservación de las áreas declaradas como protegidas.
En Guanacaste, aparte de la invasión de las Zonas Marítimo Terrestre por parte de las megaurbanizaciones, existe una disputa por la tierra y los recursos hídricos, estas urbanizaciones requieren de grandes cantidades de agua para darle comodidad a sus inquilinos y el agua solo se encuentra en los pocos ríos (nada caudalosos) que existen en las zonas, además de mantos acuiferos subterráneos, que están siendo tomados por los nuevos colonos y privatizados sus accesos. Los recursos vitales no pueden renovar su capacidad al mismo nivel de la explotación que se les realiza. Por lo tanto, no hay agua para todos. Esto ocurre a vista y paciencia de las autoridades, a expensas de la sed de las poblaciones en la provincia más seca del país.
¿Podemos hablar de que en Guanacaste existe un nuevo proceso colonial?
Sí, y también decir que esta nueva colonización no solo repite los patrones históricos y conocidos del despojo colonial español, porque folcloriza y hace espectáculo de las culturas locales; sino que actualiza el lenguaje, llamando desarrollo, inversión y progreso a las nuevas formas de explotación y marginación de nuestras poblaciones.
En Centroamérica parece que estamos acostumbrados a recibir con los brazos abiertos en nuestras casas a individuos que ven el valor de las bellezas que tenemos, les ofrecemos el oro, nos dan espejos y nos hacen esclavos.
¿De quién es la tierra finalmente en Centroamérica?
Aparentemente del que mejor la pague.